Como de costumbre, corrió hacia mí ante mi llamada, mi fiel
compañero y amigo… yo me iba de este mundo, la batalla llegaba a su final. El
tiempo se detenía, podía ver como mi sangre se deslizaba por mis brazos y no me
quedaban fuerzas para remediarlo… Solo escuchaba su llanto, el chocar de las
espadas, las explosiones elementales y los gritos de los nigromantes. Pero solo
Nertharion era importante, como sus lágrimas descendía por su escamosa cara,
rugiendo en busca de ese estúpido charr. Podía notar la calidez de sus llamas y
la sombra de sus alas, mi vista se nublaba y las estrellas me abandonaban…
Me desperté en una cama, fría y metálica, el sol entraba por
la ventana e iluminaba la cara de Nertharion, que dormía junto a la cama. Mi
intento por levantarme fue nulo por el dolor que sentía.
-Parece que ya has despertado, Rein- una voz grave y áspera
sonó desde la puerta de la habitación –No pensé que fueras tan débil.
-¿Débil, yo? Parece que ya no te acuerdas del hombre que
salva tu culo peludo de gato todos los días, ¿qué tal están los demás?
Khakara como de costumbre, mantenía una posición defensiva
pero se le notaba más relajado de lo normal.
-Bien, no hubo bajas, solo heridos leves, tú te llevaste la
peor parte. Si no fuera por Lu seguramente estarías muerto. Un rival muerto no
me sirve para nada, aunque los humanos tendéis a romperos muy fácilmente.
Nertharion se subió a la cama de un aleteo, mostrando sus
colmillos a Khakara. Seguidamente empezó a lamerme la cara, parecía rebosante
de alegría. Lo acaricié con fuerza, una piel tan dura como la de un wyverno
debe tratarse con dureza.
-¿cuántos días llevo inconsciente?
-5 días, espero que te puedas levantar de la cama, todos
aguardan tu despertar.
Me concentré, busqué en mi interior la naturaleza única que
poseía, mi avatar celestial podría curar todas mis heridas restantes.
Comentarios
Publicar un comentario