-Viviré sabiendo que lo que he hecho es lo correcto y si he
de morir, será defendiendo mis pensamientos ya que por muchas heridas que me
hagan, no hay daño que no cure el tiempo. Seguiré luchando por los demás hasta
que mi última gota de sangre se derrame, porque quiero creer que siempre habrá
personas por las que pelear, ya que mi espada pertenecerá a alguien que me
demuestre que la merece. Me gustaría pensar que seré eterno en sus corazones y
no un breve sueño que tuvieron.
El caballero cayó de rodillas exhausto mientras las lágrimas
caían por sus mejillas. La dragona supo ver sus sentimientos.
-¿Y ha valido la pena entregar tu vida a los demás, está
valiendo la pena esta batalla que libras ahora?
-No lo sabré hasta que exhale mi aliento final.-La agonía
que sentía el guerrero era palpable en el ambiente.
-Noto vacío en tu corazón, ¿Es por eso que lloras, verdad?
Has entregado demasiado, guerrero, tanto, que ahora desapareces de este mundo cruel,
incompleto.-Dijo la dragona mientras observaba como el hombre temblaba en sus
últimos momentos.
En ese instante la dragona comenzó a brillar, toda la luz
que irradiaba se dirigía directamente al hombre, que, en un instante solo
poseía cicatrices en su piel y se sentía rebosante de vida.
-¿por qué haces esto por mí, vieja amiga?-Preguntó el
guerrero anonadado por la acción del gigantesco reptil.
-Porque un corazón vacío no puede seguir entregando amor,
por eso yo te entrego el mío, para que puedas continuar tu destino sin rendirte,
luchando como has hecho siempre, algo me dice que estarás destinado a grandes
cosas mi viejo amigo, y yo siempre estaré ahí contigo para ayudarte.- Donde
antes se encontraba un magnífico dragón negro, ahora solo quedaba un esqueleto
inerte y frío.
Tras un prolongado silencio, donde solo unas lágrimas podían
oírse caer al suelo, el guerrero se levantó, no sabía el que ni como, pero
emprendió de nuevo su camino, haya donde lo llevara su corazón…
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